Últimamente cada vez que leo u oigo noticias sobre cómo se está gestionando dentro de las empresas las políticas de recursos humanos, se me viene a la mente el libro de Saramago, “Ensayo sobre la Ceguera”.

Para los que no hayáis tenido el placer de leerlo, aparte de recomendaros totalmente su lectura, os resumiré el argumento principal del mismo.

Digamos que un día cualquiera y sin saber por qué las personas comienzan a quedarse ciegas, y como única solución posible los dirigentes por miedo al contagio no se les ocurre otra solución ante el problema, que encerrar a los que están sufriendo tal rara enfermedad, aislándolos y abandonándolos a su suerte, convirtiéndolos en una masa aislada.

Evidentemente lo que consiguen con esta medida está muy lejos de solucionar el problema real y no deja de convertirse en un parche insuficiente para resolver la situación cada vez más crítica, cada vez es más el número de ciegos y los aislados se convierten en mayoría, provocando la solución en el final de la sociedad.

Los paralelismos entre el libro y la gestión actual de los recursos humanos son más que evidentes, ya que en ambos casos las soluciones planteadas buscan únicamente tapar parches en el corto plazo, sin tener en consideración una visión global del problema y de las soluciones a desarrollar.

La moraleja con la que te quedas al acabar de leer “Ensayo sobre la Ceguera” es que los que realmente están ciegos son los gobernantes que no supieron, pudieron y ni tan siguiera quisieron solucionar el problema social.

Parece que en las organizaciones cada vez hay más ceguera, menos visión y se toman más soluciones con impacto en el corto plazo tratando con ello de salir adelante en el día a día pero que no tienen en cuenta las repercusiones de estas acciones en el medio y largo plazo.

Parece que además de ciegos no tenemos memoria ya que (no hace tanto tiempo) en épocas de bonanza económica, se hablaba de la importancia de la gestión del talento, de que el gasto de las empresas en políticas de desarrollo de los recursos humanos era una “inversión”,  la formación, el desempeño, la gestión de carreras…. todo era estratégico para el futuro de las organizaciones.

Hace no tanto lo importante en las organizaciones era el poder identificar el talento de las personas tanto en el mercado como en el interior de las compañías, además era fundamental “discriminar” a las personas por su desempeño, evitando al menos desde la teoría que personas con rendimientos diferentes cobraran lo mismo o tuvieran las mismas posibilidades de carrera, intentábamos retener a los mejores y el employer branding era fundamental para poder diferenciarnos, los CEO’s de las empresas hablaban de estos conceptos dentro de sus discursos públicos y todo era paz y armonía…. “Las personas eran la clave para conseguir los resultados de las organizaciones y su gestión era crucial”.

Pero ….llegó la crisis….  Y en la mayoría de las organizaciones se han olvidado de todas esas palabras y acciones y gestionamos los recursos humanos como lo que parece que es ahora “una de las mayores partidas de gasto”.

Se ha pasado en muchos casos de “discriminar el potencial y talento”, de “luchar contra el café para todos”, de “que el capital intelectual y humano en las organizaciones es la materia prima más apreciada” a centrar nuestra actividad en acciones que globalizan y hacen de los empleados masas.

Actualmente la mayoría de las acciones en la gestión de personal pasan por no diferenciar el potencial, el desempeño o las capacidades de las personas…. sino que se busca el efecto de la masa…. ERES, Prejubilaciones, Reducción de salarios o de plantillas o uso de leyes laborales  en las que las diferencias entre trabajadores no se tienen en cuenta.

¿Qué pasa ahora con las buenas palabras de antaño? ¿Por qué si nos preocupaba tanto el talento, el desempeño y las competencias de los empleados para poder alcanzar los objetivos de negocio, no diferenciamos ahora a la hora de tomar decisiones de este tipo?

Yo no pretendo decir que las empresas no tengan que tomar decisiones dolorosas con el objetivo de ajustar sus gastos actuales a sus ingresos, que también se han visto reducidos, o incluso para solucionar errores pasados,  pero creo que de repente como sucedió en el libro de Saramago, nos hemos quedado ciegos y la única medicina que creemos tiene valor para dar solución a los problemas de las organizaciones, pasa por la gestión de la masa.

Cuando planteamos acciones que afectan a grandes grupos de trabajadores, sin tener en cuenta las diferencias individuales de los mismos, estamos cometiendo un gran error, que no sólo afecta a las empresas privadas, sino también a la administración pública.

Si seguimos este camino, cuando podamos recuperar la visión, nos daremos cuenta del grave error que hemos cometiendo con estas medidas centradas en la búsqueda de soluciones cuantitativas “Tantos empleados, tanto porcentaje de sueldo, tantos prejubilados….” Sin tener en cuenta las diferencias entre los trabajadores a los que afectan las mismas y las repercusiones de las medidas en el medio y largo plazo.