Junio de 1815, el laureado y autoproclamado emperador Napoleón Bonaparte se encuentra ante otro nuevo reto de su liderazgo, ya que sus principales enemigos (Inglaterra, Prusia, Austria y Rusia) se han unido para acabar con su hegemonía sobre Europa.

Napoleón gran estratega analiza la partida de ajedrez que se le viene encima y decide que su victoria pasa por mantener aislados a los diferentes enemigos, evitando que se unan en un único frente y para ello empieza por atacar a los prusianos en Bélgica haciéndoles retroceder y pudiendo entonces atacar a los ingleses comandados por el comandante Wellington. 

La estrategia es brillante pero el error de Napoleón fue elegir mal una de las piezas clave para ganar la partida. 

Clave para que el plan de Napoleón triunfe es mantener aislados a los prusianos y para ello divide a una parte de su ejercito y decide que el mariscal Grouchy dirija al ejercito en esta persecución de los prusianos.

¿Por qué eligió a Grouchy entre todos sus mariscales? 

Parece que lo eligió por ser alguien fiel, confiable y que cumplía con las órdenes sin discutir. 

Y por ello Napoleón cometió uno de los grandes errores de su vida, ya que no supo entender que una situación de gran incertidumbre exigía competencias totalmente diferentes a la de una “persona confiable” 

Lo que sucedió fue que mientras que Grounchy perseguía a los prusianos por Bélgica sin encontrar el más mínimo incidió de los mismos durante días, Napoleón y Wellington se enfrentaron en una de las grandes batallas de la historia, Waterloo. 

El pulso entre los dos ejércitos fue brutal e igualado entendiendo que el primero de los dos ejércitos que recibiera refuerzos ganaría y con ello pasaría a la historia, y Napoleón tenía en esta decisión al bueno de Grouchy al que “el jefe” le había mandado perseguir por Bélgica a los inexistente prusianos, y aunque algunas personas de su entorno comenzaron a aconsejarle que deberían volver con Napoleón y ayudarle en la batalla, el bueno de Grounchy no podía pensar fuera de las directrices del propio Napoleón hasta que fue tarde para reaccionar. 

Las consecuencias fueron nefastas, ya que los prusianos engañaron a los franceses uniéndose a Wellington mientras que el cumplidor Grouchy esperaba lejos de la batalla decisiva a que aparecieran estos escurridizos prusianos. 

Napoleón por tanto perdió su imperio por no entender que en un momento VUCA exige que los protagonistas del mismo tengan competencias como la capacidad para aprender, la agilidad, la proactividad, la visión global, la gestión del cambio…. de las que alguien como Grouchy carecía. 

Obviamente no podemos comparar nuestra realidad con la histórica batalla de Waterloo y sería injusto pensar que Napoleón no consiguiera lo que consiguió sino hubiera tomado miles de buenas decisiones y supiera rodearse de personas con gran talento, pero la lección vital que dio este error a la hora de elegir a la persona adecuada es un estupendo ejemplo de lo que debemos de hacer como líderes de nuestras organizaciones. 

Yo personalmente me quedo con dos lecciones a tener en cuenta:

  • Conocer bien a nuestros equipos, entender sus fortalezas y sus área de desarrollo y tratar de reforzar o desarrollar sus perfiles en base a lo que nos exija el entorno (que como bien sabéis no parece que esté marcado por la estabilidad)
  • Elegir bien a las personas adecuadas para cada reto, está claro que todos podemos mejorar y desarrollarnos, pero también es cierto que tenemos un perfil natural que nos puede hacer brillar en algunas circunstancias y no hacerlo en otras, y eso tenemos que tenerlo en cuenta como líderes. 

Si queréis conocer con mayor detalle la historia de Napoleón y de Grouchy os recomiendo el libro “Momentos estelares de la humanidad” de Stefan Zweig, y lo hago con la misma pasión que lo hizo conmigo mi compañero Alberto Córdoba (por cierto no os perdáis su blog